uno de Francisco...
"Silencio compartido". Es muy difícil encontrarlo y soledades a medias y pausas, pausas de todo y entre todo, hasta en plena riqueza, hasta cuando crees que estás en el colmo de la felicidad.
Entrecomillé las dos primeras palabras porque me las regalaron ayer cuando pensaba que no sirvo, o no me dejan que sirva o no me entienden. "No es necesario mas que las palabras justas para sabernos mutuamente." Otra vez ajena fue la enseñanza, pero implacable y exigente en ese terreno que había sembrado yo antes con mi pregunta, ¿me entiendes? Todo para acabar reposando y buscando las verdades donde estuvieron siempre, en la soledad del hombre, desde tiempos "de la antigua Grecia y la Era Moderna" y en el silencio solitario, del aire de la mañana, de los dolores propios que no le contaré a nadie -porque está muy comprobado que el dolor callado duele menos- del paseo hasta el mar para ver si está ya recién puesto, de la charla amable de un minuto con quién estrenas cara y mirada y palabra, del arreglo de unos libros viejos que no leíste a tiempo, del poema en voz alta y así entenderlo para siempre, de la vida de uno, sin sonido apenas y con un monitor delante que una vez encendido hay que apagarlo pronto para que esa técnica brillante no substituya lo que debe ser siempre sabiduría y entendimiento, caminos de simple vida.
"Imagina ese tiempo dedicándote a senti...a sentir...a construir y construirte...y después de eso, tus palabras rotundas, tajantes, avaladas por tu soledad." "Imagínate entonces si le pones un freno...para que el aire fresco te renueve." Imagínate, añadiría yo, madurando la vejez, en la crisis obligada de la dignidad.
Pues anoche soñé con ese freno, con buscar el respeto respetando yo antes, pero si hace falta luego refugiarme entero en esa soledad y en ese silencio, guardarme hasta mi sonrisa para cambiarla luego para quien me la prometa no sé cuantas pausas después.
Esclavo de las palabras, quiero serlo menos, amo de mis silencios me lo impondré hasta en medio del silencio. Si hasta ayer mismo a quién rehace su vida y me pide mi consejo, le decía, no fuerces acontecimientos, no agobies, el encaje será per se y le hablaba de que en mis palabras a ella no había ni tan siquiera el emblema de la experiencia, el tiempo sirve para además de quedarse con los cuerpos -deteriorarlos tenazmente- se queda con las cosas y ese tiempo me sirve a mi para contártelo todo un poco más despacio. Tengo otro ritmo. le decía a mi aconsejada, más lento y te doy mi tiempo, lo mejor que me queda, mucho más valioso que las propias palabras.
Es cierto, no escribir "nadas" para sentirse "todo", hasta si tienes que amar, ama menos para que te queme el amor luego, calla, "porque hay que tener "qué" decir para soltar palabras". Pues ya sólo me quedan las gracias por aprender de quién supo mandármelas, despacio, sin ningún tipo de exigencia, casi pidiendo la no respuesta porque eran vida y la vida no tiene ninguna respuesta, sólo deja rastro, soledad y silencio que a veces si se sabe, puede ser compartido.
Entrecomillé las dos primeras palabras porque me las regalaron ayer cuando pensaba que no sirvo, o no me dejan que sirva o no me entienden. "No es necesario mas que las palabras justas para sabernos mutuamente." Otra vez ajena fue la enseñanza, pero implacable y exigente en ese terreno que había sembrado yo antes con mi pregunta, ¿me entiendes? Todo para acabar reposando y buscando las verdades donde estuvieron siempre, en la soledad del hombre, desde tiempos "de la antigua Grecia y la Era Moderna" y en el silencio solitario, del aire de la mañana, de los dolores propios que no le contaré a nadie -porque está muy comprobado que el dolor callado duele menos- del paseo hasta el mar para ver si está ya recién puesto, de la charla amable de un minuto con quién estrenas cara y mirada y palabra, del arreglo de unos libros viejos que no leíste a tiempo, del poema en voz alta y así entenderlo para siempre, de la vida de uno, sin sonido apenas y con un monitor delante que una vez encendido hay que apagarlo pronto para que esa técnica brillante no substituya lo que debe ser siempre sabiduría y entendimiento, caminos de simple vida.
"Imagina ese tiempo dedicándote a senti...a sentir...a construir y construirte...y después de eso, tus palabras rotundas, tajantes, avaladas por tu soledad." "Imagínate entonces si le pones un freno...para que el aire fresco te renueve." Imagínate, añadiría yo, madurando la vejez, en la crisis obligada de la dignidad.
Pues anoche soñé con ese freno, con buscar el respeto respetando yo antes, pero si hace falta luego refugiarme entero en esa soledad y en ese silencio, guardarme hasta mi sonrisa para cambiarla luego para quien me la prometa no sé cuantas pausas después.
Esclavo de las palabras, quiero serlo menos, amo de mis silencios me lo impondré hasta en medio del silencio. Si hasta ayer mismo a quién rehace su vida y me pide mi consejo, le decía, no fuerces acontecimientos, no agobies, el encaje será per se y le hablaba de que en mis palabras a ella no había ni tan siquiera el emblema de la experiencia, el tiempo sirve para además de quedarse con los cuerpos -deteriorarlos tenazmente- se queda con las cosas y ese tiempo me sirve a mi para contártelo todo un poco más despacio. Tengo otro ritmo. le decía a mi aconsejada, más lento y te doy mi tiempo, lo mejor que me queda, mucho más valioso que las propias palabras.
Es cierto, no escribir "nadas" para sentirse "todo", hasta si tienes que amar, ama menos para que te queme el amor luego, calla, "porque hay que tener "qué" decir para soltar palabras". Pues ya sólo me quedan las gracias por aprender de quién supo mandármelas, despacio, sin ningún tipo de exigencia, casi pidiendo la no respuesta porque eran vida y la vida no tiene ninguna respuesta, sólo deja rastro, soledad y silencio que a veces si se sabe, puede ser compartido.
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